La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad by Josep Maria Esquirol

La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad by Josep Maria Esquirol

autor:Josep Maria Esquirol [Esquirol, Josep Maria]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: S2
ISBN: 9788417346454
editor: Acantilado
publicado: 2019-01-30T05:00:00+00:00


La experiencia transforma, individual y colectivamente. La genealogía foucaultiana del alma moderna podría responder a la pregunta: «¿Cómo hemos llegado, nosotros, a ser lo que somos?». Pero he aquí que este mismo intento de comprensión implica una experiencia. El intento de comprensión, cuando se aleja del diletantismo y de la exhibición, es lo que los antiguos llamaban ascesis: un ejercicio sobre sí mismo del que se sale transformado. Y así, la filosofía es cuidado del alma: porque el ejercicio del pensamiento transforma.

No se trata tanto de pensar de otro modo como, simplemente, de pensar. Pero esto no es fácil ni habitual. No sólo porque el contexto invita a no hacerlo, sino porque a menudo casi se ignora esa experiencia. Ésta es más insólita de lo que se suele «pensar». Exige recogimiento y diálogo interior. «Hombre, si eres alguien, ve a pasear solo, conversa contigo mismo, y no te escondas en un coro», decía el viejo Epicteto. Ya hemos insistido en que la soledad no es el aislamiento. Soledad y compañía van juntas y se oponen a masificación y a rebaño; muchas agrupaciones no son más que modalidades de la multitud; por eso conviene tanto discernir. Así, por ejemplo, una cosa es el silencio de las masas (las masas tanto pueden ser silenciosas como ruidosas) y otra el silencio de la soledad y de la compañía. Diferentes: el de las masas es el silencio sordo, mientras que el de la soledad y la compañía es el silencio que permite recibir la palabra e iniciar el pensamiento. Que la soledad no es el aislamiento se demuestra porque su silencio nos enseña a escuchar y nos pone ante la evidencia señalada por Zenón de Elea: «Recordad que la naturaleza nos ha dado dos orejas y una sola boca para enseñarnos que vale más escuchar que hablar».

El diálogo interior, ¿no es ya diálogo con el otro?, ¿y no es prefacio del diálogo con los otros como prójimo? En el diálogo, el otro no es ni complemento ni mucho menos excusa. No es lo que se necesita para la discusión dialéctica, ni la pieza que hay que integrar. La forma propia del cuidado del otro es la acogida. Los seres humanos estamos aquí para acogernos (y la tristísima inmensidad del dominio y de la violencia no demuestra en absoluto lo contrario). Compañía es acogida. Éste es un precioso apotegma de uno de los padres del desierto:

Un hermano dirigió al anciano una pregunta muy concreta: «Padre, cuando durante el oficio divino vemos a hermanos que se duermen, ¿qué os parece? ¿Les damos un golpecito para que estén bien despiertos durante las vigilias?». La respuesta del anciano fue también muy concreta: «Te lo puedo asegurar: cuando durante el oficio divino veo un hermano que se duerme, pongo su cabeza sobre mis rodillas y le dejo descansar».



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